“Mauricio, la empresa está súper bien… tenemos un EBITDA positivo.”
—Perfecto. ¿Y cómo vas con la caja?
Esta escena se repite con frecuencia: reuniones con emprendedores optimistas, gerentes confiados o inversionistas entusiasmados. En muchos casos, lo que parece una buena noticia desde el Excel, no siempre resiste una simple pregunta: ¿hay plata en la cuenta para pagar mañana?
En el mundo financiero, dos conceptos suenan fuerte —EBITDA y Flujo de Caja— y muchas veces se mezclan. Pero entender sus diferencias no es solo para contadores o CFOs: es clave para tomar buenas decisiones de negocio, evitar errores estratégicos y anticipar riesgos.
¿Qué es el EBITDA?
Rentabilidad operativa… sin adornos.
El EBITDA (Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization) muestra la rentabilidad del negocio antes de considerar gastos financieros, impuestos y depreciaciones.
Dicho de forma simple: es una fotografía de cuánto gana tu operación pura, sin el ruido contable ni financiero.
Ejemplo:
Tienes una empresa de logística que factura $100 millones, con costos directos y gastos operativos por $75 millones. Tu EBITDA es $25 millones.
Ese número muestra que tu negocio tiene margen operativo. No incluye aún el crédito bancario que estás pagando, ni el impuesto que vendrá, ni la depreciación de tus camiones.
Por eso, es un indicador clave al comparar empresas de una misma industria, al proyectar escenarios o al evaluar una compra o inversión.
Es limpio. Es útil. Pero no es caja.
¿Y el Flujo de Caja?
La realidad líquida.
El Flujo de Caja es mucho más tangible: mide la entrada y salida real de dinero en un período. Aquí no hay supuestos ni ajustes contables. Es plata en la cuenta. O no.
Ejemplo:
Sigamos con la empresa de logística. Puedes tener $25 millones de EBITDA, pero si te deben $40 millones en facturas por cobrar y tu proveedor exige pago inmediato, tienes un problema.
Tal vez necesitas pedir crédito para cubrir la planilla. Ahí es donde el flujo de caja muestra su poder: te dice si sobrevives este mes.
Si el EBITDA es como contar calorías para entender tu dieta…
El Flujo de Caja es mirar el refrigerador para ver qué puedes cocinar hoy.
¿Y cuál importa más?
Nuestra respuesta favorita: depende.
- Si eres una pyme que factura mes a mes para sostenerse, el flujo de caja manda. No puedes pagar sueldos con proyecciones ni con “rentabilidad contable”.
- Si estás evaluando invertir en una empresa o comprar un competidor, necesitas ver su EBITDA para entender si la operación tiene lógica de largo plazo, independiente de su caja actual.
- Si estás buscando financiamiento, probablemente el banco te pida ambos:
• Un EBITDA positivo muestra que el modelo de negocio es viable.
• Un flujo de caja sano indica que puedes cumplir con los pagos del crédito.
¿No tienes uno de los dos? Será difícil avanzar.
Entonces, ¿con cuál me quedo?
Con ambos. Pero sabiendo para qué sirve cada uno.
En mf.Asociados trabajamos con empresas de todos los tamaños y sectores. Y hemos visto los dos extremos:
- Empresas con EBITDA brillante, pero que no pueden pagar los sueldos a fin de mes.
- Empresas con flujo de caja saludable, pero un modelo que no escala y limita su crecimiento.
Lo importante es mirar más allá de una tabla de Excel bonita.
Una empresa sólida necesita rentabilidad operativa y buena gestión de caja.
Lo uno sin lo otro, a la larga, no sostiene.
En resumen:
- EBITDA: mide la rentabilidad del negocio antes de impuestos, intereses y contabilidad dura. Sirve para comparar, valorar, proyectar.
- Flujo de Caja: muestra la salud financiera real. ¿Tienes cómo pagar hoy? ¿Puedes invertir mañana? ¿Sobrevives esta semana?
¿Y si no sabes por dónde partir?
Tranquilo. En mf.Asociados te ayudamos a entender tus números sin rodeos, sin tecnicismos innecesarios y con foco en lo que realmente importa: que tomes decisiones con información clara, útil y oportuna.
Porque tener la película clara…
es parte del negocio.