Seamos honestos… a nadie le emociona pagar impuestos. Están, sin duda, en el top 3 de los gastos menos queridos, junto con las cuentas de fin de mes y el seguro del auto. Pero, más allá del sentimiento natural de rechazo, vale la pena preguntarse: ¿por qué generan tanta resistencia?
La respuesta es sencilla: los impuestos son una obligación que no siempre vemos reflejada de forma directa en nuestra calidad de vida. Sin embargo, son la base de toda sociedad organizada. Sin impuestos, no hay educación pública, salud accesible, infraestructura ni seguridad. En otras palabras, son el precio que pagamos por vivir en comunidad y exigir que el Estado cumpla su rol.
El problema no es pagar, sino cómo se usan
Más que el impuesto en sí, lo que realmente incomoda es la sensación de que no siempre se administran de manera eficiente. La desconfianza en el sistema y la falta de transparencia generan rechazo. Ahí es donde surge la pregunta clave: ¿es posible lograr un sistema tributario más justo y eficiente?
Desde nuestra perspectiva, el camino no es eliminar los impuestos, sino redefinirlos con una estructura de equidad tributaria. Esto implica no solo establecer tasas razonables, sino también garantizar que el dinero recaudado se utilice de manera efectiva y transparente.
Entonces… ¿nos pueden llegar a gustar los impuestos?
Quizás nunca serán motivo de alegría, pero si logramos un sistema en el que los ciudadanos perciban un beneficio real de su contribución, el rechazo podría disminuir. La clave está en encontrar el equilibrio entre aportar al desarrollo del país y sentir que ese aporte realmente vale la pena. En lugar de centrarnos en compararnos con la OCDE, es fundamental plantear ideas claras y ajustadas a nuestra realidad, con un enfoque que realmente permita mejorar el sistema tributario de manera justa y eficiente.
De lo contrario, seguiremos atrapados en la discusión sobre si la carga tributaria en Chile es demasiado alta. Un argumento recurrente es que la tasa del impuesto corporativo (27%) es elevada en comparación con el promedio de la OCDE (23% aprox.). Y, sin embargo, lo que a menudo se omite -por razones que dejo al lector suponer- es que la mayoría de los países de la OCDE tienen sistemas tributarios desintegrados, a diferencia de Chile. Por lo tanto, no es una comparación que pueda hacerse en “sumas lineales” sin considerar el contexto completo.
Abril se acerca…
Nos gusten o no, los impuestos son una realidad ineludible. Y con abril a la vuelta de la esquina, es mejor estar preparados. En MF.Asociados estamos aquí para ayudarte a entender y optimizar tu carga tributaria, asegurándonos de que pagues lo justo y necesario, sin dolores de cabeza innecesarios.
¡Conversemos!